domingo, 28 de diciembre de 2008

Progresismo

Áspero azul al despertar
un día sin orillas.
Del sueño traes arena en los pulmones,
eterno nadador de los calmantes.

Aún los ojos nuevos
en islas que estrenar.

Para el dolor es siempre el primer día.

Carlos Pardo. Desvelo sin paisaje (2002).

sábado, 27 de diciembre de 2008

Interior

La sangre es una aurora que no soporta el día
y que alumbra tan solo entre las sombras
de la carne encerrada, en el espeso bosque
de los huesos con ramas de venas y tinieblas.

La sangre es una luz que se ciega en la luz.
Si abandona sus cauces y traspasa la piel,
se desorienta, duda, equivoca sus pasos
y, sin saber qué hacer, se va quedando quieta.

La sangre busca un norte entre lo oscuro,
en la sima en que ha hundido sus raíces
nuestro existir,
en el pozo abisal del corazón,
en esa negra grieta.

Lorenzo Oliván. Puntos de fuga (2001).

martes, 23 de diciembre de 2008

Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...

Ángel González. Áspero mundo (1956).

lunes, 15 de diciembre de 2008

[Parece que llegarás, desasido]

Parece que llegarás, desasido
del cuerpo de la piedra, a doblegarte,
a pasar de este lado, a formar parte
de este mármol de acá, más dolorido,

que es la carne del hombre, y convertido
ya en un ser como todos, recostarte
-rota ya la materia, roto el arte-
en tu propio desnudo atardecido.

Parece que vinieras, liberado
de lo eterno, a mezclarte con los otros,
a caer en la vida y disolverte.

Al borde de un abismo te has quedado:
ya no puedes bajar hasta nosotros,
ni a tu centro de piedra devolverte.

Ramón Gaya. Para el crepúsculo de Michelangelo (1980).

domingo, 14 de diciembre de 2008

La casa

Allí junto al rocío se eleva mi casa.
Allí rodeada de verde rocío y acre humedad,
de tierras trabajadas como los días,
de noches perforadas por grillos y luciérnagas
multiplicadas en la procreación y la intemperie.

El pasado, ¿qué es? ¿Y qué son mis muertos?
Estatuas enterradas cimentando el futuro,
columnas elevando esta espaciosa claridad
desde lo oscuro del principio hasta la noche de la nada.

Y esto es la creación. Esto es la pequeña creación.
Este es el origen del tiempo y parte del tiempo.
La trabada cadena humana, el sudor, la sangre
construyendo una catedral armoniosa.

Pascual Pla y Beltrán. Inédita, recogida por Antonio Gracia.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Magia de la noche

Era la noche cálida como lo son tus ojos,
gruta de magia blanca era la noche.
Era la noche cómplice, bajo qué estrellas rotas
cobijamos el sueño de una noche,
de un verano sin noche, de un instante tan hondo
que era nada la vida aquella noche.
Galerías secretas de tus ojos sin bruma,
su nocturno fulgor, su brillo intacto.
Fresca rama tu risa golpeando mi pecho
en esa abierta herida de la noche.
Temblaban nuestras manos unidas en la noche,
y era noche el perfume de tu pelo,
y dolía mirarte como cuando hace frío
y quemaba en mi noche tu mirada.
Cuando besé tus labios, pareció arder la noche.
Igual que un corazón latió la noche.
Y fue la noche nuestra y robamos la noche.
Sigilosa la luna nos seguía los pasos.

Abelardo Linares. Espejos (1991).

viernes, 12 de diciembre de 2008

Cuestiones naturales

Bien mirado, las plantas son monstruosas
y un bosque una reunión de aberraciones;
y las bestias que vuelan o se arrastran,
sin saber para qué, son repugnantes,
aunque no todas tengan el ingenio
alabado y maldito de la araña.
Y bien mirado, la perpetua guerra
es la prolongación de la infinita
perversidad de la naturaleza
con otros medios y los mismos fines.
Y, mientras, sólo a tientas anda el alma.

Julio Martínez Mesanza. Las trincheras (1996).

jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Y tú me lo preguntas?

¡Y yo qué sé lo que es amor!
Interrogué a mi corazón y sus respuestas fueron variables
Pregunté a los amantes y sólo obtuve cinismo y aullidos
Exploré mi cerebro y hallé odio y esperanza
vagas letras escritas en el mar innombrable de la vida

¡Y yo qué sé lo que es amor!

Pero aleja tu cuerpo del mío para siempre
escóndeme tu carne de modo que jamás logre encontrarla

y podrás ver a una culebra donde vieras a un hombre

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Palabras para una mirada

Miras, con ojos luminosos,
mientras hablo, mis ojos. Los cabellos
son fuego y seda,
y el rosa laberinto del oído
desvaría en la noche,
acepta las razones que doy sobre una vida
que ha perdido la dicha y su mejor edad.
¿Cómo me ven tus ojos? Yo sé, porque estás cerca,
que mis labios sonríen,
y hay en mí delirante juventud.
Inocente me miras, y no quiero saber
si soy el más dichoso hipócrita.
Sería pervertirte decir
que quien ha envejecido es traidor,
pues ha dado la vida
o dado el alma,
no sólo por placer, también por tedio,
o por tranquilidad;
muy pocas veces por amor.

He acercado mis labios a los tuyos,
en su fuego he dejado mi calor,
y emboscado en la noche
iba espiando en ti vejez y desengaño.

Francisco Brines. Aún no (1971).

lunes, 8 de diciembre de 2008

Fe mía

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

Pedro Salinas. Seguro azar (1924-8).

domingo, 7 de diciembre de 2008

El único sentido de la historia

Al escoger camino en una encrucijada
y al avanzar por él
quedan atrás los otros mil proyectos
posibles desde el punto de partida.

Igual que un hombre solo
toda la humanidad como conjunto
sigue entre pactos y revoluciones
avanzando al azar
en su largo e incierto recorrido.

Determinista o no
el único sentido de la historia
es como el viaje en un ferrocarril
a medio construir entre la selva
que cubre su trazado impidiendo el retorno.

José Agustín Goytisolo. Taller de arquitectura (1977).

sábado, 6 de diciembre de 2008

Estancia del indefenso

¿Acaso tú elegiste
esta inmundicia como habitación
estable? ¿Vivías aquí
con anterioridad
al hosco, al sanguinario asedio
de la tribu?

Una grieta
voraz, un virulento edicto
en las paredes, una última
sombra beligerante, anuncian
ya para siempre
la sedentaria estirpe del apátrida.

José Manuel Caballero Bonald. Pliegos de cordel (1963).

viernes, 5 de diciembre de 2008

Como la hierba somos

Como la hierba somos,
fulgor de un sol de abril, resplandor que se aleja
blanco y frío en la tarde,
y nubes e ilusión del color de estas piedras
por los siglos roídas,
muro antiguo con musgo recubriendo las tejas
rojizas y con olmos
de frondoso verdor y con música nueva,
huellas de pies anónimos
como firmas de polvo escritas por la misma taberna,
y eslabón de un deseo
de vivir libremente una limpia conciencia.

Juan Ruiz Peña. Maduro para el sueño (1970).

jueves, 4 de diciembre de 2008

Acabóse el trueque yo no cambio

la palabra,
por la cifra,

ni la sangre
por la tinta,

ni el grito
por el disparo,

ni la lágrima
por el plástico,

ni el iluso
por el práctico,

ni el hecho cantable
por el dato contable.

Déjame
con mis pobres ideas

hasta
que acaezcan.

Francisco Pino. Textos económicos (1969).

miércoles, 3 de diciembre de 2008

[Sobre el lago del parque bajo cero]

Sobre el lago del parque bajo cero
el cielo despluma cisnes blancos.
Campanas de algodón doblan
en la iglesia de pino adolescente.
En el ávido callar
azul tranquilo de blanco,
luz de ceniza al deslustre,
lenta, a trechos, se amontona.
Sobre bandeja vidriada
un cisne helado reposa
azucarado de nieve.

Tambor mayor de silencio
redobla en la soledad.

Mariano Brull. Canto redondo (1934).

martes, 2 de diciembre de 2008

[No rechaces los sueños por ser sueños]

No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
"Yo soy el sol, los cielos, el amor".
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se la escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.

Pedro Salinas. Largo lamento (1938). Editado en 1975.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Mientras tú duermes

Cuando tú duermes
pones los pies muy juntos,
alta la cara y ladeada, y cruzas
y alzas las rodillas, no astutas todavía;
la mano silenciosa en la mejilla izquierda
y la mano derecha en el hombro que es puerta
y oración no maldita.

Qué cuerpo tan querido,
junto al dolor lascivo de su sueño,
con su inocencia y su libertad,
como recién llovido.

Ahora que estás durmiendo
y la mañana de la almohada,
el oleaje de las sábanas,
me dan camino a la contemplación,
no al sueño, pon, pon tus dedos
en los labios,
y el pulgar en la sien,
como ahora. Y déjame que ande
lo que estoy viendo y amo: tu manera
de dormir, cais niña,
y tu respiración tan limpia que es suspiro
y llega casi al beso.
Te estoy acompañando. Despiértate. Es de día.

Claudio Rodríguez. El vuelo de la celebración (1976).