jueves, 14 de noviembre de 2013

La piel

En el corto universo de holanda compartida
que la noche abandona, usual, al amor,
nada sucede, fuera de un orden, salvo -acaso-
la siempre transitoria confusión de otra piel
que nos reviste el alma y la desuella luego.

María Victoria Atencia. De la llama en que arde (1988).

martes, 5 de noviembre de 2013

Tristeza del recuerdo

Por las esquinas vagas de los sueños,
alta la madrugada, fue conmigo
tu imagen bien amada, como un día
en tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo,
hojas verdes perdidas llevó el viento
desde que nuestras sombras vieron quedas
su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve
como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vino la noche honda, y sus cenizas
guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta,
un alma solitaria fue la apuesta
arriesgada y perdida en nuestro encuentro;
el cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido.
Mira a través de esta pared de hielo
ir esa sombra hacia la lejanía
sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado
el mío por aquella antigua gracia,
y así despierto; hallando tras mi sueño
un lecho solo, afuera yerta el alba.


Luis Cernuda. Las nubes (1937-1940).

Cincuenta años sin uno de los más grandes.

domingo, 3 de noviembre de 2013

[Cuando en tardes que sobran las palabras y el día]

Cuando en tardes que sobran las palabras y el día
sólo somos tú y yo, cada cual con su espera
y sin embargo atados en la misma carrera,
en el afán de luz, en la oscura alegría;

cuando nada se entiende sino en tu compañía
que le pone a los pasos un eco de bandera,
cuando ya todo el sueño se curva en tu cadera
y sólo en ella crecen velas, barcos, bahía;

cuando un día se sabe que pueda ser distinto
y se enciende la vida mientras amas y mueres,
cuando nada es distinto pero todo te evoca;

cuando se pide a un cuerpo la luz de un laberinto
y naufragan los días sin saber ni quién eres
y me pides silencio con un dedo en la boca.

Javier Egea.

viernes, 1 de noviembre de 2013

En la Estación de Francia

Ella me dice que un tal Descartes dijo
"Pienso luego soy"
y luego Lacan le enmendó la plana diciendo
"pienso luego no soy"
yuxtapuestamente, servilletamente,
ferroviariamente.

Y yo pienso que dije, digo,
que diré
precisamente en el próximo verso
que la vida me fue muy generosa
porque la tengo a ella

¡e incluso tengo algunos enemigos!

Jorge Riechmann. El corte bajo la piel (1994).

miércoles, 30 de octubre de 2013

Noche oscura

Canciones de el alma que se goza de aver llegado al
alto estado de la perfectión, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual, de el mesmo autor.

En una noche escura
con ansias en amores inflamada

¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada;


ascuras, y segura
por la secreta escala, disfraçada,
¡oh dichosa ventura!
a escuras y en celada

estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto que naide me veýa
ni yo mirava cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el coraçón ardía.


Aquésta me guiava
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperava
quien yo bien me savía
en parte donde naide parecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada.
amada en el amado transformada!


En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros ayre daba.

El ayre de la almena

quando yo sus cavellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme, y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cessó todo, y dexéme
dexando mi cuydado
entre las açucenas olbidado.


San Juan de la Cruz. c. 1577. Publicada en 1619.

martes, 29 de octubre de 2013

Un deseo innoble

(Césare Pavese.)

Cuando el cansancio irrumpe como ave
mecida por el viento en fosca tarde de marzo
y a la deriva oscila el pensamiento,
un deseo no oscuro pero innoble
punza en las venas como el aguijón
que en ellas se alojara,
y se siente crecer el sordo rumor
por la sangre sin calma ni sosiego,
hasta que al fin, callada la insistencia,
detenido su afán
en las redes del sueño inaplazable,
desde la solitaria alcoba que aguarda fría,
la sola razón de aquella ansiedad
nos invita al mismo desafío.
Con certero metal sus ojos citan
al fatuo visitante de la nada.

José Gutiérrez. La armadura de sal (1980).

jueves, 17 de octubre de 2013

[Dónde puede dejarse el alma, dónde?]

Dónde puede dejarse el alma, dónde?
Dónde dejarse el alma sino hay dónde.
En un lugar de un momento cualquiera
según vamos caminando; en un verso guardada;
en cualquier tarde de esas caminando;
en una tal vez mirada que nos mira;
en cualquier labio, en una calle cualquiera
de cualquier parte, sin saberlo.

José Antonio Muñoz Rojas. Objetos perdidos (1997).

miércoles, 2 de octubre de 2013

[De vez en vez, la tristeza]

De vez en vez, la tristeza.

No esa tristeza dulce y húmeda que empaña los cristales en las tardes de invierno.

Me refiero a la tristeza que amarga en la lengua. Hablo de la tristeza que madura lentamente en el panal del corazón.

De pronto nos inunda como la luz de un farol negro. Como el ladrón que nos aborda en el recodo del camino.

Amarga por lo antigua y por lo intensa. Quema como resina vertida en el dolor.

Es la tristeza que queda como poso del olvido.

Julio Llamazares. La lentitud de los bueyes (1979).

jueves, 26 de septiembre de 2013

Siete novias para un clarinete

Techo azul caballo blanco
y un libro quiero.
Encantamientos en vez de ley
Una mano desde oscuro umbral
Ofreciendo un caliente brebaje
La cháchara de animales diminutos
Fogata y charcos de agua
Un país de olas.

Ella es el pensamiento, sus patines
en los bulevares, mis barquitos de chopo.
Así hace girar dos mundos.

Los cita en cada párpado. La sombra
que embellece, un silencioso sol.

Ella es el pensamiento. Infierno y
paraíso allí tienen árboles. Ella los baña.

Miguel Suárez. La voz del cuidado 1970-1995 (2009).

martes, 24 de septiembre de 2013

Amén

Que te acoja la muerte
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.

Álvaro Mutis. Los trabajos perdidos (1964).

Anteayer falleció el poeta y novelista a los 90 años.

lunes, 23 de septiembre de 2013

[Puedo escribir los versos más tristes esta noche]

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924).

Hoy hace cuarenta años de la muerte del poeta.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Autobiografía

Una casa vacía, otra derrumbada,
un niño muerto al que le cuentan cuentos,
despedidos fantasmas que se desvanecen,
ceniza y hueso, piedras derrotadas.
Cuartos alquilados, repetidos espacios fugaces,
las huellas de los cuerpos en las sábanas,
una pesada resaca sin destino,
voces que nadie escucha, imágenes de sueños.
Innecesarias páginas, gaviotas en la ventana,
mar o desierto, blancos despojos,
signos y rostros en la pared de la memoria.
Sucias pupilas de sol en México, tercos
los ojos redondos de la calavera,
contemplan pasado, presente, futuro,
sombras tenaces, metáforas gastadas.
Miro sin ver lo que ya he visto,
humo disforme que se esfuma,
invisible mortaja bajo nubes fugaces.
Humo en la noche y la nada instantánea.

Juan Luis Panero. Los viajes sin fin (1993).

Anteayer murió el poeta a los 71 años.

sábado, 10 de agosto de 2013

Porvenir

¿Bastará la memoria
de haber sido feliz cuando la noche
nos lance a su intemperie
y estos días radiantes se sucedan
tras un frío cristal,
cuando ya ser feliz sea tan sólo
el eco de una voz, la dentellada
penúltima de un sol y su derrumbe?

¿Qué queda por venir? ¿Qué nos aguarda?

Tal vez sólo la duda
y el tedio de esperar y el preguntarse
si será suficiente haber amado,
haber amado tanto,
frente a esta soledad que nos separa.

Lola Mascarell. Mientras la luz (2013).

jueves, 2 de mayo de 2013

[Posesión de tu nombre]

Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
"Ven" y tú llegas quedo;
"vete" y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
Pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.

Pedro Salinas. Presagios (1923).

miércoles, 1 de mayo de 2013

Un viento

Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio
viendo de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo,
me salve. Ven,
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cúan a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente,
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.

Claudio Rodríguez. El vuelo de la celebración (1976).

martes, 30 de abril de 2013

Mensaje de amor de Valdemar Gris

Yo,
Valdemar Gris,
habitante de este mundo,
niño antiguo de veinticinco ríos secos de edad,
os traigo mi humilde mensaje de primavera
y os digo con alegría de estrellas en mis ojos :
Todos los jóvenes del mundo somos hermanos.
Somos todos hijos del sol y del misterio.
Olvidemos, pues, amigos míos,
hermanos míos del mundo ; olvidemos
las vanas disputas de los viejos.
¡Qué se llenen los libros con razones inútiles de muertos,
que nosotros sólo queremos ver triunfar
la gloria y la nada de la vida
por todos los puntos del viento planetario!
Queremos que nuestro destino de hombres
tenga un camino con soles y riberas,
y maravillosas ciudades de cristal,
y muchachas morenas
cantando por las playas,
y desesperados pensadores
intentando enhebrar raíces con estrellas,
e ingenieros poetas que canten
las melancolías atroces del cemento
que devora el corazón de las rosas,
y serenos atletas
con armonías de agua,
y ardientes corazones de santos
descubriendo senderos
en su pasión total.
 
Pero hemos de estar unidos,
amigos míos, hermanos míos del mundo,
y ha de ser nuestro lazo abrasado
un humano destino secreto
de conciencia amorosa de la Tierra.
 
Os lo digo yo,
Valdemar Gris,
sediento caminante de luz,
exhausto de túneles adolescentes
por donde las espigas estrangulan su raíz hacia arriba :
Todos los jóvenes del mundo
somos hermanos de destino,
y os lo digo
con voz quebrada
de antiguos llantos sin consuelo,
con alegría renovada
de futuras estrellas en mis ojos.
 
Miguel Labordeta. Sumido 25 (1946).

lunes, 29 de abril de 2013

[Algo ha rozado ahora]

Algo ha rozado ahora
sin querer, una rama.
Algo pasa, dejando
jirones de su cuerpo.
Mi carne, en el espino
brilla opaca la noche.

José Corredor-Matheos. Carta a Li Po (1975).

viernes, 26 de abril de 2013

[Un único movimiento]

Un único movimiento
a falta de corazón...

Un única aventura
aprendida de cuando fuimos juntos
los últimos años.

Un pacto por decir algo:
disonancia perfecta
que acoja de improviso todo
resto nuestro de piel.
Este tiempo final...
Toda la noche.

Antonio Méndez Rubio. Cuerpo a cuerpo (2010).

miércoles, 24 de abril de 2013

Árboles desiertos

Las hojas están secas; en la corteza
insisten hormigas tristes.

Ni las ramas desnudas
insinúan brotes de madrugada.

Sólo crece maleza por la noche,
sólo un temblor que desfallece
a sus pies.

El desierto escala a la altura
del otoño en los huesos.

Arturo Borra. Umbrales del naufragio (2010).

martes, 23 de abril de 2013

Tengo bastante con vivir

No me hace falta más que un poco
de fe, que una precaria veta
de esperanza, que un resquicio
de caridad para poder
seguir llamándote
como ahora te digo: patria mía,
piel aciaga de amor, vida quemada
en cada sueño, palabras repetidas
contra un muro de azar.
Aquí mi sed
se sacia con mi sed. No necesito
nada: tengo bastante con vivir.

José Manuel Caballero Bonald. El papel del coro (1961).

lunes, 22 de abril de 2013

Otro aniversario

Aquella mujer que día a día
combatió por nosotros
y el ascua del hogar tuvo encendida.
Aquellas manos puras sobre el aire
como ala o techo de la vida.
Era
en la infancia terrible o en el llanto
el pan nutricio o la ventana clara.
Aquella voz, la nuestra, que repite
tu nombre cierto contra tanta muerte.
El regazo infantil, la luz segura
del anegado reino.

Cuanto hay de amor en nuestras manos nace
del amor que nos diste.
Forma es de tu memoria, calcinada ceniza.
El duro diamante sobrevive a la noche.

José Ángel Valente. La memoria y los signos (1966).

domingo, 21 de abril de 2013

Niño de los cincuenta

Niñez de leche en polvo
Y queso americano
Por las enciclopedias galopa la nostalgia
Pupitres Aritmética secantes
Ebrios caballos entre los renglones
Por la caligrafía de la ausencia.
Manos engarañadas
Labios que abren al mundo un pórtico de luz.
Cromos en los bolsillos
De artistas y migajas
¿Dónde estás María Laso?
¿Dónde tu rostro vivo amarillo en los cromos?
Intercambios platillos y chapas de botellas
Los guardias y ladrones
Domingos catequesis remudarse
Ropa limpia botones
Que abrochan la tristeza de las tardes.
Y de los ojos luces que acarician las cosas
Fuentes aves senderos
Soportales la plaza
Gritos lluvia la lumbre
Y en los inviernos lenta deslizándose
La nieve por la sierra por laderas
Entre brezos chaguarzos
Agazapada por las calles
Como animal herido entre las piedras
Sucia por las pisadas.
Y el cabás con los lápices
Con cuadernos con risas
Guardadas entre mudos
Signos de las pizarras. En la torre
El sonoro volar de las campanas
Que taladran el aire.
Y un niño ensimismado bajo los soportales
Sintiendo el mapamundi rojo del corazón...

José Luis Puerto. Un jardín al olvido (1987).

miércoles, 17 de abril de 2013

Ludia

Y tú, Ludia, que hostigas la espesura
con tu paso de dardo,
revélame el secreto
de este juego de negras transparencias
que descienden dejando a nuestros pies
lo que nunca de forma estipulada
pudiera sernos dicho.
Y juntos inventemos
las imposibles reglas
de lo que sólo regirá el destino:
la asombrosa ecuación de la altura
de los árboles mismos
y su cima de fronda entrelazada
filtrando los reflejos
de la invisible luz.

Y que sea el azar quien determine
la flecha y el carcaj venturoso
de la hora más bella:
una lúcida muerte
que destelle en la sombra
su certera mirada
como estrella de sonoro diamante
en la desolación de esta noche total.

Amparo Amorós. Ludia (1983).

viernes, 12 de abril de 2013

Poema de los muertos vivos

El agua del espejo, más helada,
nos dice la verdad: somos los muertos.

Dámaso Alonso.

Hay un muerto viejísimo por dentro de mis venas,
un muerto tan antiguo como mi triste vida.
Un muerto sollozante que me vierte la espuma del mar de su carrera interminable.

Hay un muerto enfrentado con esta carne viva
que piensa y que se estruja, que se cae a pedazos.
Un muerto que divide mi ser en dos mitades
y me dice al oído que más allá no hay nada.

Los hombres somos vasos de hiel y somnolencia
donde la muerte escancia su germen nutritivo.
Por dentro de las venas nos corren mil caballos
hambrientos de los prados para que el alma paste.
Un muerto nos navega, maduro de silencios,
sobre la carne exhausta de su morir viviendo. (Los muertos son las ramas desgajadas del árbol tenebroso de la vida.

Y ese muerto horroroso que llevamos los hombres
igual que el tren correo lleva un furgón de cola,
descifra la ironía de su postrera mueca
cuando el último salto le hizo caer de bruces.

Un muerto que se agarra a nuestra carne anémica
y aprieta nuestro pulso y nos rasga los tendones.
Un muerto que se ríe de nuestro amarla vida,
y es tan antiguo, acaso, como el latido nuestro.

Los hombres somos almas clavadas en el marco de la oscura ventana de la noche.
Los hombres somos ruinas antiguas y olvidadas
por donde se patinan las blandas ligaternas.
Igual que un vaso roto tirado a la basura
con nostalgia de vinos y labios de borrachos.

Un muerto nos galopa vertiéndonos la espuma de su boca alocada en la carrera.
un muerto que divide al hombre en dos mitades
y nos dice al oído que más allá no hay nada.

Y ese muerto terrible, mezcla de vivo y muerto,
que hace que nuestro cuerpo aún sea vertical,
un día no lejano, un día como todos,
un día exactamente lo mismo que otros días,
doblegará esta carne cansada de estar muerta,
nos perderá en el hondo recodo de la muerte.

Los hombres somos luces clavadas en la noche
igual que un fuego fatuo ardiendo en las tinieblas.

Los hombres somos muertos cansados de estar vivos.

Gabino Alejandro Carriedo. El cerco de la vida (1946-7).

miércoles, 10 de abril de 2013

Romance del prisionero

Por el mes era de mayo, - cuando hace la calor,
cuando canta la calandria - y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados - van a servir al amor,
sino yo triste, cuitado, - que vivo en esta prisión,
que ni sé cuando es de día, - ni cuando las noches son,
sino por una avecilla - que me cantaba al albor:
matómela un ballestero, - ¡déle Dios mal galardón!

Anónimo. El romancero viejo.

domingo, 7 de abril de 2013

Las garzas

Para Angelika

Las vi cruzar el puente, en un rasguño
de la noche cerrada: transcurrían
en formación precisa,
un sereno triángulo
como flecha segura que apuntara
al corazón del sol adivinado
más allá de la niebla,
tatuaje rojo inscrito en el calor
del territorio propio entre las alas.
Batían en la fe de un solo pulso
el plomo de los cielos, sacudiéndose
las bajas nubes tardas.
Volaban de memoria aquellos pájaros,
fantasmas de pureza con la mirada fija
en la línea de acero de una ancha tierra santa.
Quedé como imantado
en toda mi estatura a la alta aguja
de su navegación, mientras seguía
con los ojos errantes el vector de su rumbo.
Al cabo, la bandada
fue mullendo su esquema en una mecha
de bruma, hasta perderse
en la tinta del cielo.
¿A dónde irían
las garzas? Sólo sé
que algo de mi partió
como saeta fiel aquella noche
desde el arco del puente;
algo de mí se fue y boga dichoso
hacia algún sur de luz en la flecha del vuelo.

Miguel Ángel Velasco. La miel salvaje (2003).

sábado, 6 de abril de 2013

Pienso mesa y digo silla

Pienso mesa y digo silla,
compro pan y me lo dejo,
lo que aprendo se me olvida,
lo que pasa es que te quiero.
La trilla lo dice todo;
y el mendigo en el alero,
el pez vuela por la sala,
el toro sopla en el ruedo.
Entre Santander y Asturias
pasa un río, pasa un ciervo,
pasa un rebaño de santas,
pasa un peso.
Entre mi sangre y el llanto
hay un puente muy pequeño,
y por él no pasa nada,
lo que pasa es que te quiero.

Gloria Fuertes. Todo asusta (1958).

viernes, 5 de abril de 2013

Ácido rumor

But with prolonged drowning shap develops gills
W.H.A.

Cuando el mundo es más desagradable que oscuro,
como la falta de ropa interior, un mal tostado
combinado con cremas, sexo, arena,
transpiración calurosa entre las piernas durante
el tossing and turning de la ambición
o los planes ascéticos, seductores, subversivos
trotas aún con lluvia en la mañana, trabajas el día;
un trago, el amor, Quevedo o una canción te hacen llorar
porque andas con una sensibilidad, vulnerabilidad diría
que hasta da miedo tocarte la mano o mirarte fijo.
Algunas noches has despertado ante un campo de estrellas
(el descanso de pantalla)
como camionero dormido en el manubrio
después de levantar la cabeza somnolienta del teclado.

Germán Carrasco. La insidia del sol sobre las cosas (1998). 

jueves, 4 de abril de 2013

Home sweet home

la cabeza dentro del retrete los dedos en la garganta
hay un número determinado de neuronas que se pierden
después de una noche como ésta por más que lo intento

las tuyas siempre encuentran el camino


Pablo García Casado. Las afueras (1997).

lunes, 1 de abril de 2013

Fábula del tiempo

Seguramente, si lo piensas,
estos años no van a repetirse.
Vivirás su carencia irremediable,
se llenará de sombras tu mirada,
te habitará el vacío y, con el tiempo,
se destruirá tu imagen del espejo.

Y esperarás cansado, te aseguran,
muchas tardes morir en tu ventana,
buscando en la memoria
ese tiempo feliz, siempre perdido,
esa estación dorada que tuviste
y que debe ser ésta, más o menos.

Luis Muñoz. Septiembre (1991).

domingo, 31 de marzo de 2013

El insomnio

He esperado hasta el alba. Como el niño
que va a dormir junto a su madre, ardido
en fiebre, une su rostro al rostro
que aún puede nutrirlo y respira
el aire que otro cuerpo respira para él,
así esta noche yo, en la ignorancia
de todo amanecer, ardido
en la fiebre sin luz,
he bañado en lo oscuro la mirada
para permanecer insomne, ciego
hasta el centro del tiempo, el alba de unidad.

Rafael José Díaz. Llamada en la primera nieve (2000).

sábado, 30 de marzo de 2013

Piedra pura

Desde las más borrosas lejanías, llegaron
a este país de piedra dura y sol.

Llegaron sonrientes, exhalados,
voraz el ojo y adormida el alma,
y comenzaron a pisar paisajes,
viejas iglesias, arcos rotos, puentes,
termas romanas, generosos caldos,
lengua española viva,
sin concederse tregua,
sin dar descanso a su codicia,
hasta que un día, ahítos,
volvieron a sus casas, a su historia:
"Bello es el mundo -comentaron- bello".

El viento del invierno, sabiamente,
fue rayendo sus huellas del camino
y preparó otra vez la primavera.
(Otra vez la verdad, pisoteada.)

Mariano Roldán. Ley del canto (1970).

viernes, 29 de marzo de 2013

[Llegó con tres heridas]

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Miguel Hernández. Cancionero y romancero de ausencias (1938-41).

jueves, 28 de marzo de 2013

La mirada del perro

De pronto, trabajando, comiendo, paseando, me encuentro
la mirada del perro.
Me interrumpe como dos hojas de árbol dentro de una herida,
como llanto infantil de alma que nunca ha sido pisada todavía
o esa vieja mujer que friega, en cambio, el suelo, de rodillas.
De no saber que hacer resignada, y huidiza,
y suplicante -de no saber que permanece en su orilla-,
me deja interrumpido como pequeña iglesia románica en un pueblo
o esa peña y sus grietas a un lado del atajo mientras sigo subiendo.
(Me deja entre mis libros de elemental o ingreso,
naturalmente, estudiosamente unido a Dios en el tiempo
de la imaginación que aún mezcla sus leyendas de Bécquer con insectos.)
O me atraviesa con su temor de criatura confiada y su exceso
de alegría por mí (que soy un poco duro y no me lo merezco).
La mirada del perro.

Luis Felipe Vivanco. El descampado (1957).

miércoles, 27 de marzo de 2013

La semana

Háblame de Guevara los domingos.
Olvídame los lunes y los martes.
Invítame los miércoles al cine.
No dejes de pensar en mí los jueves.
Los viernes quiéreme como una loca.
Y los sábados cásate conmigo.

Luis Alberto de Cuenca. El otro sueño (1987).

lunes, 25 de marzo de 2013

Tu nombre

Nace de mí, de mi sombra
amanece por mi piel,
alba de luz somnolienta.

Paloma brava tu nombre,
tímida sobre mi hombro.

Octavio Paz. Bajo tu clara sombra (1935-1944).

viernes, 22 de marzo de 2013

[A la salida de la cárcel]

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso.

Fray Luis de León (1527-1591). Publicado en 1631.

domingo, 17 de marzo de 2013

La huella del espíritu

Cuando acabado este horror nos vean cómo somos,
cómo vivimos, atrincheradas masas,
pálidos hacinamientos que se agitan,
ese aspecto que acaso nos descubran tan sórdido,
por lo que fuimos, perros del momento,
una carne aplastada por palabras hirientes
ese ladrar herido que sonará en el aire,
¿qué harán con vuestro resplandor feroz
cuando sepan mañana que quisimos hablarnos
y no dejasteis sobre las bocas
más que el impacto armado de vuestros pies?

Juan Gil-Albert. Candente horror (1936).

sábado, 16 de marzo de 2013

Soneto a Greta Garbo

Ábreme las dos puertas de tu casa
quiero besar tu boca que me deja
adivinar el aire cuando pasa
tu corazón envuelto en una abeja

O bien decirme puedes que te pasa
pálido rododendro triste y vieja
bajo la luna que te pone lasa
mientras te llueve el mundo en una oreja

Sin duda como sueles llorar lloras
Sin duda te desnudas a la luna
Sin duda de costumbre te adormeces

Quiero besar tu boca en esas horas
muertas que mueres tú también de una
supuración de amor algunas veces

Carlos Edmundo de Ory. (1947).

martes, 12 de marzo de 2013

Cuando amas

Permanece en silencio cuando amas.
Escucha al fondo
la vastedad de la respiración,
la gota de agua y el rumor del viento.
Y ven lejos.
Ven, al amor, de lejos.
Desde la noche,
desde el desierto,
arrimado a los muros,
a perecer en él, como acto único.

César Simón. Extravío (1991).

lunes, 11 de marzo de 2013

La ley de la calle

Por qué esta resistencia,

este dolor de piedra
tallada
desde las horas.

Cómo nace esta voluntad
de ver proscritos los deseos
si este mar nunca lleva
el odio entre sus márgenes.

Todavía la luz
recoge allí
su incipiente cosecha,
deja que la piel pierda toda el agua
entre costuras y raíces.

Y no estás frente a mí, existes sólo
en mi memoria
una especie de pez que muerde en falso.

Déjame pues que sea
piedra rodando libre
en lo profundo
porque allí te imagino
como una forma azul
imitando el temblor de nuestros miedos.
 
Rafael Correcher. El azul de los lápices (2009).

domingo, 10 de marzo de 2013

sábado, 9 de marzo de 2013

De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado

Descaminado, enfermo, peregrino,
en tenebrosa noche, con pie incierto
la confusión pisando del desierto,
voces en vano dio, pasos sin tino.

Repetido latir, si no vecino,
distinto, oyó de can siempre despierto,
y en pastoral albergue mal cubierto,
piedad halló, si no halló camino.

Salió el Sol, y entre armiños escondida,
soñolienta beldad, con dulce saña
salteó al no bien sano pasajero.

Pagará el hospedaje con la vida;
más le valiera errar en la montaña
que morir de la suerte que yo muero.

Luis de Góngora. Sonetos (1594).

martes, 5 de febrero de 2013

Cantaba

Cantaba una mujer, cantaba
sola creyéndose en la noche,
en la noche, felposo valle.

Cantaba y cuanto es dulce
la voz de una mujer, ésa lo era.
Fluía de su labio
amorosa la vida...
La vida cuando ha sido bella.

Cantaba una mujer
como en un hondo bosque. Y sin mirarla
yo la sabía tan dulce, ¡tan hermosa!
Cantaba, todavía
canta...

Aurelio Arturo.

domingo, 3 de febrero de 2013

miércoles, 30 de enero de 2013

Candelabro

Surge y se yerge, sólo,
Sin romper el silencio de lo oscuro,
Un sonido con forma: "candelabro".
Apenas me ilumina vaga plata
Como la nebulosa en una noche
De inmensidad visible.

Pronuncio: "candelabro",
Y se esboza, se afirma hacia su estable
Pesadumbre. Columbro: candelabro.

¿Adónde voy? Me esfuerzo,
Desde esta orilla torpe de un insomnio
Reducido y en tiniebla,
En convivir, en dialogar ahora
Con algo que a su modo acompañándome
Ya está fuera de mí.

"Te necesito, mundo."

La palabra y su puente
Me llevan de verdad a la otra orilla.
A través de los oscuro
Ayúdame, mi amigo, candelabro.

Jorgue Guillén. Homenaje (1967).

martes, 29 de enero de 2013

Primera vez

Sus noventa y siete kilos y toda
su lujuria cayeron sobre tu pubis
de nieve aún blanda.

Si hay dios, que esta noche
caiga de rodillas y llore
todo lo creado.

Laura Giordani. Materia oscura (2010).

lunes, 28 de enero de 2013

[Bebimos el vodka de madame "Su"]

Bebimos el vodka de madame "Su"
en el hotel "Melancolía".
Nos habló de sus novios,
su vejez,
y de unos gatos perdidos en el puerto.
La noche llegó desde un poema de Trakl
que ella guardaba en la memoria.
Alzamos nuestras copas y, sin prisa,
cada cual volvió a su propia
y cotidiana decadencia.

Jaime Luis Huenún. Puerto Trakl (2002).

viernes, 25 de enero de 2013

Buenos vecinos

Sé que tras esa pared
mi vecina escucha lo que pienso.
Por eso pienso en voz baja
sin comprender del todo lo que digo.
Intuyo que la imagino desnuda,
sola sobre su cama,
pensando en lo que pienso tras la pared.
Tampoco yo alcanzo a escuchar
lo que ella piensa.
Lo hace bajito,
como yo, entre las sábanas.

Arturo Gutiérrez Plaza. Principios de contabilidad (2000).

jueves, 24 de enero de 2013

Elegía

No puedo negar amor a estos cabellos perecederos,
aunque los sepa detenidos un punto
en el oro en su camino hacia las nieves eternas.
Ni a estos perfiles al sol, con el sol acabando,
ni a estos cuellos o tallos pendientes de un estío.
Sin mi voluntad
cae el peso de mi amor sobre tallos cabellos,
a pesar de la brevedad de la flor de la aurora,
de la rosa o paloma que en las manos me dejas,
de los arroyos o cabellos que desencadenas en mis brazos;
a pesar de lo negra y lo honda
que se hace la noche sin ti;
a pesar de los espejos extraños
que dondequiera se forman al dejarte;
a pesar de lo eterno,
o tal vez porque lo eterno es tu fuga.

José Antonio Muñoz Rojas. Canciones (1933-1940).

domingo, 20 de enero de 2013

Tarde inútil sin ti

Si acaso, te diría que no vinieras tarde,
cuando nos falte tiempo para hablar de nosotros.
Que no vinieras nunca si no es para decirme
que persiste el amor, o al menos el cariño,
la costumbre o la duda.
Si acaso, mentiría para decir te quiero,
decirte necesito tu voz. Mentiría
para tenerte cerca. Tarde inútil sin ti,
y el jazz como penumbra en tantas confesiones.

Juan Lamillar. Interiores (1985).

sábado, 19 de enero de 2013

Conjugaciones

8 (previsión)

De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias
que descongelarán
algún futuro

Mario Benedetti. Viento del exilio (1980-1981).

viernes, 18 de enero de 2013

[Voz que soledad sonando]

Voz que soledad sonando
por todo el ámbito asola,
de tan triste, de tan sola,
todo lo que va tocando.

Así es mi voz cuando digo
-de tan solo, de tan triste-
mi lamento, que persiste
bajo el cielo y sobre el trigo.

- ¿Qué es eso que va volando?
- Sólo soledad sonando.

Ángel González. Áspero mundo (1956).

jueves, 17 de enero de 2013

Tú, que hieres

Arrebatadamente te persigo.
Arrebatadamente, desgarrando
mi soledad mortal, te voy llamando
a golpes de silencio. Ven, te digo

como un muerto furioso. Ven. Conmigo
has de morir. Contigo estoy creando
mi eternidad. (De qué, De quién). De cuando
arrebatadamente esté contigo.

Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo
a golpes de agonía. Ven. No quieres.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo

a besos de ansiedad y de agonía.
No quieres. Tú, que vives. Tú, que hieres
arrebatadamente el ansia mía.

Blas de Otero. Ángel fieramente humano (1950).

miércoles, 16 de enero de 2013

noviembre, 18

Hay una claridad de lluvia no lejana
y estoy aquí sentado frente a este mar
profundamente gris. No busco una respuesta
a este enigma de estar que es ir fluyendo
entre el miedo y la dicha de la carne.
Ninguna salvación, ningún consuelo
que no sea este espacio que ahora ocupo,
esta dicha de ser y de saberlo,
el hoy, mi placidez iluminada,
este abandono dulce en el que aguardo
a que la luz me colme y quede solo
con este mar enfrente,
sin este nombre mío, y en mi centro.

Vicente Gallego. La luz, de otra manera (1988).

martes, 15 de enero de 2013

[Estos que veis aquí]

Estos que veis aquí
fueron mis ojos. Para nada
los quise. Fulgía como labio
la memoria.
Con un deseo puro
todavía


aguardo fríamente naufragar en la sombra.

Ada Salas. La sed (1997).

lunes, 14 de enero de 2013

¿Adónde van?

¿Adónde van las palabras que no se quedaron?
¿Adónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas,
como prisioneras de un ventarrón?
¿O se acurrucan, entre las hendijas, buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales,
cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van?
¿Adónde van?

¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos?
¿Adónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?
¿Por dónde están las angustias,
que desde tus ojos saltaron por mí?
¿Adónde fueron mis palabras sucias de sangre de abril?
¿Adónde van ahora mismo estos cuerpos,
que no puedo nunca dejar de alumbrar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van?
¿Adónde van?

¿Adónde va lo común, lo de todos los días?
¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿Adónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer?
¿Adónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?
¿Adónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y adónde van?
¿Adónde van?

Silvio Rodríguez. Mujeres (1978).

domingo, 13 de enero de 2013

Vete

Mi sueño no tiene sitio
para que vivas. No hay sitio.
Todo es sueño. Te hundirías.
Vete a vivir a otra parte,
tú que estás viva. Si fueran
como hierro o como piedra
mis pensamientos, te quedarías.
Pero son fuego y son nubes,
lo que era el mundo al principio
cuando nadie en él vivía.
No puedes vivir. No hay sitio.
Mis sueños te quemarían.

Manuel Altolaguirre. Poesía (1931).

sábado, 5 de enero de 2013

Momentos

En una vieja casa con sombras. En un pueblo,
en sus trigales, en sus eras.
En alguna taberna de esta ciudad, de madrugada.
De recogida, al alba.
En la terraza de un café, alguna tarde.
En la butaca de un cine.
En la penumbra de una discoteca.
Bajo paraguas compartidos.
En cuartos de amigos, o de amigos de amigos, con posters y con música.
En el pasillo de algún tren, asomado al paisaje...

Alguna vez -al menos, un instante-
me he sentido de acuerdo con la vida
y la he amado sin reservas.

Javier Salvago. Volverlo a intentar (1989).